jueves, 23 de octubre de 2008

OTOÑO


La campana de la iglesia tañe a lo lejos las siete de la tarde.
Miro absorta el balanceo suave del lloroso sauce mientras una dulce melancolía me invade.
Avivo el fuego, las mejillas me queman.
Fuera, mi perro me mira y apoya una patita en el cristal...
Le dejo entrar y decido intercambiar mordiscos y revolcones hasta que cansado se convierte en una alfombra más del salón.
El tiempo pasa lentamente... hoy lo agradezco, me siento feliz.
Feliz mientras miro el sauce, feliz al sentir su manto suave bajo mi mano, feliz mientras avivo el fuego, feliz mientras recuerdo y siento.
Feliz, simplemente.

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